La respuesta del presidente Joseph R. Biden a la agresión militar de Rusia a lo largo de la frontera con Ucrania está poniendo a prueba si su confianza durante toda su carrera en la construcción de alianzas puede ayudar a evitar una posible catástrofe en Europa. Hasta ahora ha evitado los errores diplomáticos que acosaron su primer año en el cargo.

Biden desplegó tropas estadounidenses para fortalecer la defensa estadounidense de las naciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte e intensificó el intercambio de inteligencia sobre las actividades de Rusia cerca de Ucrania para mantener a los aliados europeos a bordo con su estrategia, e incluso la revelación ayer de recurrir a sanciones económicas a Moscú por su incursión en dos entidades del Este ucraniano.

Rusia ha mantenido una fuerza estimada en 150 mil y expulsó al segundo mayor diplomático estadounidense de Moscú. Biden incluso dijo hace unos días que la amenaza de una invasión era “muy alta”.

Los funcionarios europeos han elogiado el enfoque de Biden, un cambio con respecto al año pasado, cuando criticaron el manejo caótico de la administración por la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán. Biden también llegó a un acuerdo de submarinos con Australia y el Reino Unido que enfureció a Francia y provocó una ruptura diplomática que tardó meses en repararse.

La administración trató de mantener al presidente ruso, Vladimir Putin, fuera de balance, al divulgar información sobre posibles tácticas militares rusas, movimientos de tropas e incluso presuntos planes de invasión. La administración se ha esforzado por reforzar la ayuda militar a Ucrania, mientras se esfuerza por decir que ningunas tropas estadounidenses entrarán en Ucrania, mientras saca del país a un puñado de miembros de la Guardia Nacional.

Biden había advertido que usaría sanciones económicas contra Rusia para “presionar intensamente a sus instituciones financieras e industrias clave más grandes y significativas” si Putin continuaba amenazando y atacando a Ucrania.

El líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, un republicano del estado de Kentucky, y otros republicanos instaron a Biden a imponer sanciones preventivas antes de cualquier invasión, argumentando que la administración tiene la capacidad de actuar rápidamente. La administración dijo que eso no serviría como elemento disuasorio.

“Tenía razón al enfatizar que el mundo no se encogerá de hombros ni se quedará de brazos cruzados si Vladimir Putin intenta invadir a su vecino”, dijo McConnell hace unos días.

Después de no poder llegar a un acuerdo sobre las sanciones, un grupo bipartidista de senadores dio a conocer la semana pasada una resolución que alienta la unidad entre los aliados de la OTAN y presiona a Estados Unidos a “agotar todas las herramientas a su disposición para imponer costos significativos” a Rusia en caso de que ocurra una invasión mayor.

Biden llegó a la Casa Blanca hace más de un año, decidido a restablecer las relaciones con los aliados de Estados Unidos luego de la relación más tensa del expresidente Donald Trump con aliados clave como Alemania y Francia.

Sin embargo, algunos aliados, incluido el Reino Unido, expresaron su consternación porque Biden tomó la decisión unilateral de abandonar Afganistán el año pasado y la consiguiente retirada enfureció a muchos con Estados Unidos. Algunos funcionarios dijeron que la decisión de la administración Biden de compartir inteligencia e información de Ucrania contrastaba con el período previo a la decisión de abandonar Afganistán. Los funcionarios europeos también dijeron que aprecian que la administración Biden se haya comunicado con los funcionarios de la Unión Europea en Bruselas, así como con las naciones capitales.

A fines de la semana pasada, mientras la administración de Biden se preparaba para advertir que una invasión podría ocurrir en unos días y señalar el 16 de febrero como una posible fecha objetivo, Biden enfatizó a los miembros de su equipo la necesidad de compartir esa información con los aliados, de acuerdo con dos funcionarios de la Casa Blanca familiarizados con las discusiones.

En los últimos días, Biden mantuvo llamadas con el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro británico Boris Johnson y el canciller alemán Olaf Scholz, quienes se reunieron hace unos días en Moscú con Putin. El presidente habló con Putin el fin de semana pasado y advirtió sobre los “costos rápidos y severos” de una invasión.

Gran Bretaña utilizó la tensión con Rusia para reafirmar su estatus como el aliado más cercano de Estados Unidos en Europa. El miércoles pasado, el gobierno dijo que duplicaría la cantidad de personal en Estonia, uniéndose a Estados Unidos para reforzar las defensas en los países vecinos de la OTAN y también enviando equipo militar adicional, incluidos tanques y vehículos blindados de combate.

La decisión de Biden de desclasificar la información sobre el uso potencial de Rusia de falsas provocaciones y desinformación ucranianas para justificar un ataque, y el movimiento de las tropas rusas y los posibles planes de ataque, fue un elemento clave del intento de la administración de prevenir una invasión, dijeron funcionarios de la Casa Blanca. El asesor de seguridad nacional Jake Sullivan, quien se desempeñó como asesor principal del entonces vicepresidente Biden en 2014 cuando Rusia anexó Crimea, ha sido un impulsor de ese enfoque, dijeron los funcionarios. Los funcionarios de la administración prometieron estar mejor preparados que en 2014 y señalaron que la planificación de contingencia comenzó en noviembre.

“Después de la invasión y anexión de Crimea en 2014 y las acciones en Donbas, y luego de la interferencia de 2016 en nuestras elecciones, diría que no respondimos con la suficiente fuerza”, dijo el senador Chris Coons, demócrata por el estado de Delaware, amigo de Biden desde hace mucho tiempo y miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.




Fuente: sentidocomun.com.mx