La deforestación de la selva amazónica brasileña ha alcanzado el ritmo más alto de los últimos 15 años, de acuerdo con datos recientemente publicados. El aumento está llevando a los ambientalistas y científicos a cuestionar la voluntad del gobierno de cumplir con la promesa que hizo en la cumbre climática COP26 a principios de este mes de poner fin a la destrucción ilegal de bosques para 2028.

Cerca de 15 mil 200 kilómetros cuadrados de la Amazonía de Brasil, un territorio más grande que el tamaño del estado de Tlaxcala, fueron desnudados en los 12 meses entre agosto de 2020 y fines de julio, un aumento de 22% con respecto al año anterior y la mayor deforestación en un año desde 2006, de acuerdo con la agencia de investigación espacial de Brasil, INPE.

La publicación de datos enfureció a los ambientalistas, que cuestionaron el momento del anuncio. El INPE subió sus hallazgos sobre la deforestación a una base de datos del gobierno federal el 27 de octubre, cuatro días antes de que comenzara la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, dijo un funcionario de la agencia. El gobierno solo dio a conocer públicamente los datos el jueves por la noche.

El Ministerio de Medio Ambiente de Brasil negó haber retrasado la publicación de los datos del INPE, que son estimaciones basadas en imágenes de satélite. “Solo tuvimos acceso a los datos ayer”, dijo un portavoz del Ministerio de Medio Ambiente.

En la cumbre COP26, los líderes mundiales de más de 100 países, incluidos Estados Unidos, China y Brasil, acordaron un acuerdo destinado a poner fin y luego revertir la deforestación para 2030, comprometiendo casi 20 mil millones de dólares de fondos públicos y privados para proteger y restaurar los bosques.

El ministro de Medio Ambiente, Joaquim Leite, dijo en la cumbre que Brasil pondría fin a la deforestación ilegal para 2028, dos años antes de lo que el gobierno había prometido anteriormente, lo que generó esperanzas de que Bolsonaro se esté tomando más en serio la protección del Amazonas. Bolsonaro, quien en broma se ha referido a sí mismo como el Capitán Motosierra, ha recortado los fondos para la aplicación de la ley ambiental en sus casi tres años en el cargo y expresó públicamente su apoyo a los ganaderos y mineros en el Amazonas.

Bolsonaro también aseguró a los inversionistas a principios de esta semana en un viaje a Dubái que la deforestación en el Amazonas no era un problema, minimizando la devastación causada por los incendios forestales, el método preferido para despejar tierras ilegalmente para la agricultura.

“Nuestra Amazonía no se incendia porque es un bosque húmedo”, dijo Bolsonaro.

Pero los ambientalistas y los científicos del clima expresaron su preocupación de que Bolsonaro tiene pocas intenciones de intensificar los esfuerzos para cuidar la selva tropical más grande del mundo.

“Los datos anuales, ocultos por el ministro Joaquim Leite desde el 27 de octubre, contradice no solo sus declaraciones en la COP26, sino también las del presidente Bolsonaro en su viaje a Oriente Medio”, escribió Marina Silva, destacada ambientalista y excandidata presidencial, en Twitter.

Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio Climático Brasileño, una coalición de organizaciones ambientales, dijo que, en la cumbre climática, Leite habló del compromiso del gobierno para reducir la deforestación y contratar agentes ambientales. “Dio una serie de números, pero no el número de deforestación”, dijo Astrini.

El ministro de Medio Ambiente de Brasil no respondió de inmediato si los datos más recientes dificultan el cumplimiento del objetivo de deforestación del país para 2028.

Los datos muestran que la selva tropical más grande del mundo se está acercando al llamado “punto de inflexión” cuando los científicos climáticos afirman que franjas de la selva se convierten en sabanas tropicales. Dijeron que eso reduciría la capacidad de la región para absorber dióxido de carbono y evitar el aumento de las temperaturas.

Desde que Bolsonaro asumió el cargo en 2019, su gobierno se ha enfrentado con frecuencia con el INPE, que es responsable de divulgar los datos del país sobre incendios forestales y deforestación. En agosto de 2019, el entonces jefe del INPE, el físico Ricardo Galvão, fue destituido de su cargo luego de que la agencia publicara cifras que mostraban un aumento anual de 88% en la deforestación en la Amazonía.

Si bien Brasil avanzó en la reducción de la tasa de deforestación entre 2005 y 2012, Bolsonaro ha apoyado la apertura de partes de la Amazonía al desarrollo minero y comercial. La deforestación aumentó 76% desde 2018, el año antes de que Bolsonaro asumiera el cargo, hasta este último período de 12 meses examinado por el INPE.

Estados Unidos y otros países han intensificado en los últimos meses las críticas a Brasil, ya que las empresas amenazan con boicotear los productos agrícolas brasileños. Bolsonaro también se ha enfrentado a una creciente presión del propio lobby agrícola del país, un aliado cercano, para cambiar su tono y sus políticas.




Fuente: sentidocomun.com.mx