De piel morena, 1.78 metros de estatura, pelo ensortijado, bigote y amplia sonrisa y de carácter afable, es la media filiación de Alejandro Cruz Moreno, anónimo héroe no sólo de la desgracia que pasa la capital de la República, sino también de la explosión de San Juan Ixhuatepec, lugar en el que vive.

Con 8 años de trabajar en seguridad industrial, Cruz Moreno se ha convertido en un experto en demolición y rescate y ahora -- con permiso de la empresa en donde trabaja -- está de voluntario en el Centro Médico Nacional, directamente en el Hospital General. Nuestro entrevistado ha rescatado con vida dentro de los escombros a más de 30 personas, tanto en San Juan Ixhuatepec como ahora en las ruinas del antes mencionado nosocomio, y ha visto tanto muertos que ya perdió la cuenta. “Lo de San Juan Ixhuatepec fue muy severo, ya que a las víctimas no podíamos ni tocarlas porque parte de ellas se quedaban en nuestras manos, aquí no se tuvo oportunidad de nada, ya que todo fue tan repentino, sin embargo, ahí la labor de rescate también tiene su significado ya que en un siniestro de esta naturaleza a las personas se les recoge enteras, aunque también hay muchas fragmentadas, pero en San Juan no podíamos ni tocarlas, como antes dije. “La gente no quería ser tocada, la piel les ardía, querían correr, pedían agua, gritaban del dolor, las histeria de las personas no dejaba actuar a los socorristas, ni brigadistas, eso fue un caos”. “De las casas tiradas, sólo se escuchaban lamentos, pero nadie hacía nada por auxiliar, sólo algunos jóvenes desesperados que trataban de buscar a sus familiares en los escombros, sin técnica alguna, es ahí en donde entré yo”. A mi familia, afortunadamente no le pasó nada, agregó. Una vez que estuvieron a salvo, en contra de su voluntad regresé a la zona de desastre y me encontré a la gente que con las manos en áreas con fuego o cenizas ardiendo, quería rescatar a sus familiares. Empecé por orientarlos en cómo debería hacer las cosas, como vecino del lugar me tenían más confianza que a los bomberos o rescatistas, además algunos conocían mi especialidad. El rescate de los cuerpos fue penoso, recuerda, sobre todo que no contábamos más que con nuestras manos en áreas con fuego todavía, no teníamos nada para proteger los cuerpos, mucha gente deambulada desnuda en busca de sus familiares. “Con muchos trabajos rescatamos 26 cuerpos, durante más de 7 días en los que estuvimos removiendo escombros”. RESCATE DE LOS NIÑOS DEL CENTRO MÉDICO Del cuarto piso del edificio del Centro Médico, en donde se encontraron los bebés, Cruz Moreno aplicó nuevamente sus conocimientos. “A las 17 horas del pasado Martes, un voluntario se cayó en un hueco y gritó: “¡aquí hay un vivo pero no sé en donde está¡ El entrevistado de inmediato se avocó a la tarea de rescate. Se pidió silencio para percibir el llanto del infante y ubicar la zona con rapidez. El problema era que los escombros incrementaban la resonancia cuando lloraba el bebé, dificultando la ubicación, Optamos por cortar una trabe que no nos dejaba visualizar. Una vez hecha la operación el rescatista caído vio un cadáver de una mujer, por lo que fuimos a auxiliarlo con sábanas, la levantamos y vimos que estaba protegiendo a una bebé, lo milagroso del asunto es que con sus cabellos tenía cubierta la boca y nariz del infante, lo que había servido de filtro para que no se llenaran las fosas nasales de polvo, dijo nuestro entrevistado. “La labor fue ardua, la noche se nos vino encima y con focos tuvimos que realizar una serie de maniobras que nos llevaron 8 horas, ya que por la situación, se tuvo que quitar piedra por piedra del área. La cabeza del niño estaba sobre una sandalia que le sirvió de almohada y estaba rodeado de 5 cadáveres. Ha sido una gran satisfacción que durante mi estancia en el Hospital General, haya podido auxiliar a rescatar vivos a 2 niños, y “espero seguir colaborando”. -¿No tiene miedo? -- Claro que tengo miedo, pero es que Dios está protegiéndome y por eso sigo adelante.